Las casas de Adela Cabré se perciben por los cinco sentidos. Y es que esta interiorista afincada en Barcelona siente pasión por la vida y transmite su arte de vivir a cada uno de sus proyectos. Admira la paz y el silencio, y por eso su lugar del mundo favorito es la isla de Menorca. Hasta este lugar del archipiélago balear nos cruzamos hoy para descubrir uno de sus proyectos: Casa Menorca.
Una vivienda, segunda residencia de sus propietarios, es el objeto de la obra: ¿cómo se podría respirar la esencia de esta isla en el interior? Las siguientes imágenes nos muestran la respuesta. Pero os adelantamos: vista, olfato, gusto, tacto y oído son involucrados en esta casa a la que llamamos a la puerta en tres, dos, uno…
Antes de entrar merodeamos por los alrededores. Podemos percibir como la casa no termina en las fachadas, sino que un espacio exterior bien diseñado se convierte en una pieza imprescindible de esta residencia. Una gran terraza pavimentada en madera que va tomando diferentes caracteres abraza la edificación. Encontramos lugares techados, convertidos en salas de estar al aire libre, donde el viento del Mediterráneo ondean las cortinas blancas: un rincón perfecto para sentir la brisa del mar o contemplar el espectáculo que nos da el sol en cada puesta.
También el exterior ofrece otros entretenimientos para nuestro sentido del tacto, como la gran piscina que flanquea algunas de las fachadas de esta casa. Se introduce hasta los recovecos más privados de la casa, ofreciendo al interior unas vistas impresionantes. Sin embargo, esta piscina no solo agrada a nuestra piel, también relaja nuestros oídos con el vaivén del agua.
Bajo la luz del sol, las fachadas se tornan de un ocre brillante gracias al marés con el que están construidos sus muros.
Durante la noche, uno de los lugares más especiales de la casa es la terraza cubierta que se asomaba en esta fotografía. Protegidos por una cubierta de teja con estructura de madera, está amueblada con piezas de mimbre cómodas al más puro estilo mediterráneo. Para acondicionar esta estancia de la manera más íntima posible se ha iluminado la escena con luminarias en el techo y portavelas sobre las mesas, creando un aura misteriosa y enigmática.
La espectacularidad de los exteriores se mete dentro de la casa a través de grandes huecos de vidrio que nos acercan el paisaje. El salón, estancia a la que nos asomamos en esta fotografía, se llena de brillo gracias a la pulcritud del blanco. En contraste, la madera se convierte en uno de los materiales protagonistas poniendo la nota de calidez que convierte la casa en un lugar personal y acogedor. La decoración es tranquila, así como la atmósfera que se respira dentro.
Nos acercamos para observar en detalle la decoración. No es excesiva, intentando buscar la clave en la sencillez. Sin embargo, cada una de las piezas es especial. Aparecen texturas delicadas y llenas de frescura, objetos tallados en madera clara de naturaleza africana y toques vintage, como los cuadros apoyados sobre la repisa.
En el dormitorio la decoración sigue siendo tranquila, inundada de colores claros y tonos crema que crean un paisaje típico menorquín. La esencia es puramente mediterránea: fresca, brillante, ligera. Encontramos una pieza que se convierte en el foco de nuestras miradas y en protagonista indiscutible: la mesita de madera que se ubica entre las dos camas simétricas. Se trata de una sección de tronco natural convertida en un original mueble.
Compitiendo por el primer puesto en el dormitorio, encontramos las maravillosas vistas que se cuelan al interior a través del hueco. La terraza de madera, la piscina, el tapiz verde que cubre el suelo del jardín y al fondo el difuminado horizonte del mar Mediterráneo.
Entre el completo programa de esta vivienda encontramos diferentes tipos de dormitorios. Si el de la imagen de arriba era una habitación doble con camas independientes, la que os enseñamos en esta fotografía es también doble, pero con una única cama. El diseño nos resulta familiar, ya también aquí el paisaje interior se pinta de colores claros y brillantes en la misma línea que el resto de estancias de la casa.
Por último, echamos un vistazo al cuarto de baño ubicado en un espacio que también se baña de la luz directa del sol. Para tamizar sus rayos y dotar de privacidad a esta estancia, una marquesina de lamas horizontales se coloca sobre la alargada ventana. Materiales nobles, como la madera o la cerámica, y colores claros revisten y amueblan este amplio y luminoso aseo.
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